martes, 22 de enero de 2013

31 INVIERNOS Y 31 PRIMAVERAS


Buenas querid@s amig@s,
 
Se que os tenía un poco olvidad@s pero no siempre es fácil encontrar el momento para plasmar con palabras sensaciones y no siempre uno esta preparado para hacerlo. Hace unos días me hice un poco más mayor y es que he cumplido ya los 31. Cumplir años siempre es un poco extraño como todo en la vida no deja ser una dualidad pues es algo maravilloso pero también nos hace plantearnos tantas y tantas cosas. Pero lo que esta claro es que significa que seguimos teniendo entre nuestros dedos el mejor regalo que nadie nos puede hacer, ese que a mi me hizo el ser más maravilloso que jamás he conocido, mi madre. Ella fue la que me regaló la vida sabiendo que eso significaría entregarme parte de la suya porque la vida de una madre nunca vuelve a ser lo mismo después de dar a luz porque su vida pasa a estar divida pues no es completa sin el ser que ha llevado en su vientre. Un hijo, en este caso yo, nunca tendrás suficientes palabras en el vocabulario de ninguna lengua del mundo para dar las gracias al ser que le hizo tan inmenso regalo. Y es que no hay palabra más especial en el diccionario que la palabra “madre” y que me perdonen los padres el mío también porque lo adoro por encima de todo también.

De aquel 17 de enero de 1982 a las 23:45 horas han pasado ya 31 años de vida y la vida no es más que el paso del tiempo es algo vacío en si mismo que vamos llenando con nuestros pasos de experiencias, sensaciones, alegrías, tristezas, buenos momentos,... Por que al igual que pasa el tiempo ya llevo 31 inviernos y también 31 primaveras. Y es que así es la vida hay momentos para todo. Durante estos 31 años ha habido momentos en los que he sentido el frío calar por mis huesos, he visto la oscuridad propia del invierno, y mis ojos han llorado igual que lo hacen las nubes grises. El invierno es solitario, triste, apagado, e invita poco a la alegría. Mi vida ha estado llena de momentos así, sentirse vacío ante la perdida de un ser querido al igual que vacías se quedan las plazas al car las frías noches de enero, sentirse desnudo al ver partir un amor igual que se quedan los arboles en la época más gélida del año,sentí la necesidad el recogimiento, de encontrarse a uno mismo al igual que uno se acurruca en el lecho bajo la calidez de una manta. Pero el invierno es más fácil de llevar cuando sientes algo de calor, el calor de una familia que te arropa, de unos amigos que te quieren y aprecian, ese mismo calor que da una chimenea en medio del salón y que hace más confortables la tristes noches invernales.

Pero la vida también esta llena de primaveras, estaciones alegres llenas de vida. El nacimiento de nuevos proyectos al igual que emergen los primeros rayos del sol primaveral que nos ayudan a seguir caminando con un rumbo lleno de nuevos sueños que alcanzar, yo siempre he perseguido los mio y algunos hoy en día son una realidad. También es en esta estación cuando floren con fuerza de nuevo las más bellas flores y pintan todo de color, al igual que en la vida florecen nuevos amores que llenan el alma de los colores del arco iris. Y que sería de la vida sin sus sonidos, el cantar de las aves celebrando que el duro invierno se marchar, al igual que las nuevas melodías que nos tocará danzar en la vida y el retumbar en la cabeza de unas palabras dichas por un amigo o ser querido. La primavera invita a la alegría, a salir a las calles, a disfrutar del mundo que nos rodea, a compartir con la gente, a vivir. Pero estoy convencido de que nadie puede valorar más la primavera que aquellos que conocemos el invierno y sus frías manos. Ambas estaciones se necesitan mutuamente pues la una sin la otra no sabríamos apreciarlas. En la vida pasa exactamente lo mismo necesitamos vivir inviernos y primaveras para poder valorar en su justa media todo aquello que nos acontece en nuestro caminar. Por eso yo no reniego de ninguna de mis 31 primaveras ni tampoco lo hago de mis 31 inviernos de todos aprendí algo, de todos intenté experimentar todas las sensaciones que al abasto de este humilde soñador se pusieron y si hoy soy como soy es gracias a las dos.

Y que mejor forma de agradecer el regalo de la vida que viviendola y celebrándola. Así que la celebración empezó el miércoles por la noche, de ella solo puedo decir que fue una noche muy especial. Luego vino el jueves y no había mejor forma de pasar la tarde de mi cumpleaños que con mi segunda familia, mi gente de Orobroy. Me prepararon una sorpresa y como ya es habitual me emocionaron, y es que sin ellas saberlo me ayudaron a recordar quien soy. Me estamparon una camiseta con una frase que hace tiempo se convierto en el live motive de mi profesión. Una de esas frases que se te salen un día de inspiración y que publiqué en facebook. Un buen profesor no es aquel que obtiene los mejores resultados, sino aquél que ama aquello que enseña y consigue que sus alumnos, más allá de los resultados, amen aquello que aprenden tanto como él...” y es que esa es la esencia de todo a mi entender tratar de poner siempre el corazón en todo. No me puedo sentir más orgulloso de pertenecer a algo tan bonito, ni sentirme más afortunado por haber conseguido ver un sueño abstracto materializado y poder tocarlo con las yemas de mis dedos.

Y la semana acabó con una comilona familiar con esos que nunca te fallan que siempre está ahí cuando los necesitas que siempre te tienden sus mano cuando te cuesta avanzar o tropiezas. Y es que no necesito nada más tengo los mejores regalos que uno puedo esperar el día de su cumpleaños, tengo vida, estoy rodeado de gente a la que quiero y aprecio, tengo sueños y tengo la mejor familia del mundo. A todos deciros que mi único deseos es poder seguir celebrando muchos inviernos y muchas primaveras más con vosotros. Porque hay que conocer el frío para saber apreciar el calor y la inversa. Y recuerda lo más importante de todo es tener un grito siempre en corazón incluso en los inviernos más gélidos: “¡¡¡¡Vive y siente!!!!!”

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