domingo, 9 de diciembre de 2012

CUANDO NADIE ME VE

Cae la noche y con ella la más profunda oscuridad solo rota por el tímido brillo de una luna que intenta crecer. Y es entonces cuando nadie me ve, cuando cierro los ojos estando solo cuando me doy cuenta y empiezo a asimilar tantos y tantos cambios que además se han dado de una forma tan y tan rápida. Y es en medio de esta oscuridad cuando suelen abordar mi mente las tinieblas, el desconcierto y la pesadumbre. Cuando uno se para un instante después de unos días a un ritmo de locos casi sin tiempo para pensar ni reaccionar es cuando toca enfrentarse a la realidad. Ya no al día a día si no a la realidad de mi interior.

A ese interior que por momentos parece completamente vacío como si le hubieran arrebatado cualquier ápice plenitud. Ese vacío que deja todo lo vivido cuando queda atrás, ese vacío que queda cuando todo sigue latiendo por alguien que ya no está, ese mismo vacío que produce la perdida de lo que había sido el centro de mi propia existencia. No voy a mentir seguramente todavía me queden lágrimas por verter, y no es malo llorar me repito una y otra vez, pero seguirá siendo cuando nadie me ve el momento perfecto...

Cuando nadie me ve es cuando pesa más la realidad
pero también cuando más fuerte voy curtiendo mi alma.

Pero también cuando nadie me ve me hago más fuerte, y no me refiero a esa fortaleza fingida que uno se viste colocándose una falsa máscara de buena apariencia, si no esa fortaleza de verdad que va germinando poco a poco y que es la que al final ayuda a seguir caminando. Esa fortaleza que cicatriza poco a poco, y siempre, con tiempo las heridas y deja volver a lucir la piel aunque en muchas ocasiones sea plagada de cicatrices que no siempre se podrán borrar. Esa es la fortaleza que aunque aún quedando lágrimas por verter que poco a poco irán buscando su camino es la única que puede hacer que sigamos adelante. Y no olvides llorar no es malo, llorar ayuda a vaciarse de dolor para dejar hueco poco a poco a la paz, la serenidad y con el tiempo a la felicidad.

Por eso cuando nadie me ve bajo el manto negro de la noche no dejo de repetirme, le quise, le quiero y le querré pero también viví, vivo y viviré. O lo que es lo mismo caminé, camino y seguiré caminando hacía delante pues el sendero es largo y aunque muchas veces encontraré piedras también encontraré remansos de paz, nuevas aventuras y preciosos momentos que quizás cuando los ojos estén libres de tanto y tanto dolor no pasarán desapercibidos. 

Y es cuando nadie me ve me digo una y otra vez no te arrepientas de haberlo perdido sino alégrate por haberlo tenido, cuando nadie me ve no dejo de repetir "ahora toca seguir caminando hacía adelante y poco a poco cuando me vaya alejando y vuelva la vista atrás recordaré este trayecto del camino como el más hermoso de lo recorrido". Y eso me dará fuerzas para seguir caminando pues quien sabe cuantos mágicos senderos debo de seguir cubriendo. Pero guardame el secreto todo esto solo lo hago cuando nadie me ve....

Le mando un beso a cada uno de las estrellas para que te lo hagan llegar,....

No hay comentarios:

Publicar un comentario